(del laberinto al treinta)


viernes, 22 de marzo de 2013

CORDOBESTIAS

Corre por ahí una anécdota que parece ser rigurosamente cierta en la que se cuenta que un concejal del Ayuntamiento de Córdoba del periodo anterior de gobierno pepero (95-99) que presumía constantemente de ser un gran melómano, recibió en su despedida de los trabajadores (se supone que de los más pelotas) de la empresa municipal que dirigía el regalo de una lujosa caja de cedés con varias operas. El concejal melómano tras agradecer el gesto pidió el tique de compra de El Corte Inglés para ver si lo podía cambiar por otro de marchas procesionales, que en realidad era la única música que le gustaba.

Más allá del derecho de todo concejal a cultivar los gustos musicales que más lo pongan la anécdota marca el nivel general del concejalato del PP en Córdoba, de entonces y actual, porque hoy el melómano procesionista vuelve a estar al frente de una concejalía con responsabilidades en la protección del patrimonio urbanístico de la ciudad. Y ayer pudimos verlo asistiendo sin asomo de culpa a la demolición total de un edificio que está perfectamente registrado en el CATALOGO DE BIENES PROTEGIDOS DEL CONJUNTO HISTORICO DE CORDOBA, el que hace esquina con El Portillo, un arco del siglo XIV que se abre en la muralla imperial romana del siglo I dd C. Un precioso edificio de arquitectura popular en ladrillo que guardaba el acceso a la Medina desde hace un siglo y que formaba parte indisoluble, como nos contó anteayer Aristóbulo en un artículo que profetizaba la demolición y que recomiendo leer entero, de la fisonomía genuina, tópica y típica pero tremendamente real de ese rincón del barrio, patrimonio visual y sentimental de los cordobeses y paisajístico de la ciudad.

Independientemente de la responsabilidad del propietario, la incompetencia manifiesta y tremendamente dolorosa de los responsables de la protección y mantenimiento de los elementos más genuinos que conforman la zona que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad que en un rapto de inconsciencia concedió la UNESCO a esta ciudad sin contar con la índole general de sus gobernantes, es la verdadera culpable de ese crimen de lesa historicidad.

En primer lugar la casa, dada su estratégica situación en un lugar tan emblemático, infinitamente fotografiado, dibujado y pintado desde hace un siglo por viajeros, turistas y locales por su altísimo valor de conjunto histórico y la belleza intrínseca de su imagen, tendría que haber sido estrictamente vigilada desde que hace unos dos años quedara deshabitada para controlar que la falta de uso de sus estructuras, recordemos que claramente protegidas, quedaran expuestas a un acusado deterioro. En segundo lugar el hundimiento parcial de la techumbre fruto de esa desidia mancomunada de la propiedad y los responsables municipales no afectó visiblemente a la estabilidad de las fachadas, que no sufrieron ni un milímetro de abombamiento en su gallarda tiesura. Hubiera bastado un concienzudo apuntalamiento, desescombro interior y fijación de los muros con las pertinentes tirantas y vigas y el edificio podría haberse mantenido esperando su futura rehabilitación los años que hubieran hecho falta. Ese fue el criterio de varios vecinos empleados, algunos ya jubilados, desde niños en la construcción que asistieron a la demolición. Ojo de buen cubero que se llama. Habría que ver, desde luego, lo que vio el de los técnicos a sueldo de los demoledores y el tipo de gafas que les obligan a ponerse.

Pero la responsable última del crimen ha sido la Semana Santa. Ya lo dijo uno de los amigos de Aristóbulo en el post del otro día. Bueno, las semanas, aunque sean santas, no tiene voluntad ni capacidad de gestión. La voluntad y capacidad de gestión reside en los responsables municipales cordobeses, que mayoritariamente tienen, como el melómano de marras, las cabezas amuebladas como capillas rococós, con las circunvoluciones atestadas de volutas y angelotes tiznados por los humazos de las velas y los inciensos cofrades consumidos desde que eran niños. Efectivamente, el techo de la casa tuvo la ocurrencia de caerse cuando sólo quedaban cinco días para que el primer aparador cofrade apareciera por la calle. Así que la sospecha fundadísima es que las prisas por solucionar el problema de la casa no vinieron porque realmente hubiera un peligro inminente de derrumbe poniendo en peligro la vida de las personas humanas que por su lado pasaran sino por los disturbios que una correcta actuación procuraría al desarrollo de la Semana Santa. Hay que tener en cuenta que en esa esquina tienen lugar algunos de los chutes más gloriosos que los adictos a la cofradeína se meten en vena estos días. No sólo es que más de dos tercios de todas las procesiones pasen por ahí, es que además no sé si es el lunes o el martes baja por el Portillo a la calle la Feria la procesión esa que se desarrolla sólo bajo el ritmo de un tambor de ajusticiamientos con penitentes descalzos bisbiseando incomprensibles yuyus católicos. Y el jueves el delirio nacionalcatólico de las tropas coloniales del Ejército Español desfilando ante un cristo y que concentra cada año en esa esquina a varios miles de vociferantes vivaespañas.

El nivel general de esta ciudad nos lo proporciona oportunamente hoy La Hojilla Parroquial, también conocida como Diario CÓRDOBA, que da una noticia de cinco líneas en la que lo que resalta es el alivio porque... el derribo permitirá que las procesiones que pasan por allí no se vean afectadas.

Y sobre todo ese nivel lo da también el ensordecedor clamor que las fuerzas vivas de esta ciudad han elevado como protesta por tan sangrante crimen. Todos los fracasados eurocapitalistas culturales, los erudos locales, los diletantes cordobitas, los periodistas, los artistas que tanto lloran últimamente y sobre todo todos esos finos almagrandes que cagan flores desde hace poco en el tema de esos ya estomagantes patios cordobeses neodiseñados desde la impostura de un concurso turístico. A lo mejor es que han visto una oportunidad para que en el solar que ha dejado la casa asesinada se pueda poner otro patio más. Como por ellos tal vez harían en el solar de los Baños de San Pedro o en el de Santa Clara. Más macetiyias con gitaniyias y claveliyios y barra para servir servesiyias y flamenquiniyios.

De vez en cuando recibo invitaciones a firmar peticiones en una página creada exprofeso para esos menesteres sobre las más justas causas. Voy a ver si alguien me encamina a ver cómo se usa para solicitar firmas y exigir a la UNESCO que le retire el título de PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD que tan insensatamente ostenta Córdoba. Y desde luego desde aquí invito a los turistas que nos visiten a que se paren ante el escenario del crimen y lo cuenten. Y que pidan el Libro de Reclamaciones de la Ciudad en la oficina de turismo.