(del laberinto al treinta)


viernes, 26 de agosto de 2011

Desvaríos berlineses (II)

Motocicleta de la RDA en perfecto estado de uso

Me gusta mucho el barrio en el que elegimos el apartamento. Ya dije que estaba en una calle que desemboca en Invalidenstrasse por el norte y en Torstrasse por el sur. Torstrasse me llamó la atención desde antes de pisarla simplemente viéndola en el plano y mi olfato de catador de planos históricos me avisó de que tenía pinta de línea de antigua muralla. Efectivamente, puesto en guardia averigüé que Tor significa puerta en alemán y que a ella se abrían las puertas de una muralla ya desaparecida pero a la que delata la nítida cicatriz que se aprecia en el plano. Una muralla aduanera del siglo XVIII que separaba el arrabal de Spandau del de Prenzlauer Berg dominado en aquella época fundamentalmente por las fábricas de cerveza. La muralla se construyó sólo para controlar el tráfico del preciado líquido. Es una pena que en Berlín estén obsesionados sólo con un muro, con El Muro y las murallas antiguas estén completamente olvidadas.

Las autoridades culturales de una ciudad histórica que no hayan sido capaces de crear un Museo de la Ciudad en la que se exponga simplemente la evolución urbana de la misma me merecen una consideración bastante pobre de su honradez intelectual. Museos en los que no hace falta que se expongan piezas arqueológicas o documentos históricos originales. Solo con planos, facsímiles maquetas y buenas explicaciones didácticas se consigue enseñar más de la historia y la evolución de la ciudad a sus visitantes y locales que cualquier otro museo más específico, arqueológico o de bellas artes. Londres tiene uno que, aunque mejorable, no está del todo mal. De otras ciudades europeas de las pocas que conozco como Roma, París, Atenas, Nápoles, Praga, Lisboa (1), Zaragoza, Barcelona nada de nada. Madrid cuenta con uno aceptable, Valencia solapa el concepto con el de Museo de Bellas Artes. Recuerdo con cariño el de Melaka, una ciudad histórica de Malasia, que fue portuguesa y holandesa y que con cuatro ringits han montado un magnífico museo interpretativo de la historia de la ciudad. Muy pocas ciudades cuentan con uno, con lo que mi consideración de la capacidad intelectual de la mayoría de los gestores culturales urbanísticos del mundo se acerca al que tengo por las bolillas negras que dejan la cabras tras de sí. En especial por los de Córdoba. Berlín no es tampoco una excepción. Existe un reciente y chapucero intento de consideración de Stadtmuseum (Museo de la Ciudad) de una serie de espacios heterogéneos sin conexión alguna: la iglesia de San Nikolás, el Berliner Museum, el Museo Judío, el Ephraim Palais y el Märkisches. Éste último es lo más parecido a un auténtico Museo de la Ciudad, pero desde luego la explicación de su evolución urbanística desde las dos aldeas eslavas del año 1000 separadas por el río y la explosión post-caída del Muro brillan por su ausencia.

Menos mal que luego las calles está llena de guiños históricos, literarios y terribles, como los entrañables, pero espeluznantes, recordatorios de latón colocados en el suelo de tantos lugares con los nombres de los judíos arrebatados de sus casas y conducidos a una muerte en serie, industrial. Encontramos varios en el camino hacia la Isla de los Museos, concretamente en la Gr. Hamburger Strasse al lado de la trasera de la Sophien Kirche. Ese minucioso marcaje de los lugares donde ocurrieron los crímenes, señales exactas donde personas fueron arrebatadas por la inconmensurable vesania de los regímenes totalitarios fascistas pone en evidencia constantemente la defección de las autoridades españolas, concretamente de las autollamadas socialistas, que no sólo no han movido un dedo voluntariamente para devolver la memoria a las víctimas del fascismo sino que se han aliado sistemáticamente con los nietos de los genocidas que apretaban masivamente el gatillo en las cunetas y las tapias de los cementerios para seguir ocultando los crímenes y abandonar a las víctimas y sus memorias en sus terribles hoyos. Lo que ocurrió hace unos días en un pueblo donde los impunes nietos de los impunes fascistas genocidas alcanzaron el poder no es una excepción, sino la regla.

Los judíos y el genocidio al que fueron condenados por las autoridades nazis con el mayor o menos grado de complicidad de la inmensa mayoría del pueblo alemán están hiperrepresentados en la ciudad: Tienen varios museos y recordatorios más o menos sobrecogedores. Algunos francamente impactantes como el edificio esquinado diseñado por Liebeskind con inquietantes estructuras como la del extraño patio con el suelo cubierto de círculos-caras de hierro y una especialmente terrible, una sucesión de pasillos en un patio en la que el visitante se siente inexplicablemente mareado, desorientado, una inquietante manera de representar físicamente el exilio.

Museo Judío de Berlín

La última, la desorbitada estructura del Memorial del Holocausto de Einseman, separado de la Puerta de Bandemburgo por la embajada americana, que ya podría tomar nota y expiar su genocidio en Japón con algo parecido.

Memorial del Holocausto

No seré yo, que quedé transido de dolor en el Yad Vashem de Jerusalén, a quien le parezcan excesivas tales monumentos, tales apelaciones a la memoria. Yo prefiero considerar a las víctimas en su individualidad, a pesar de que lo fueron por pertenecer a un colectivo, del mismo modo que ese colectivo es monopolizado por otro colectivo que se arroga su representación, el estado de Israel, vampiriza su dolor y lo explota y lo maneja en su espurio beneficio actual. Pero desde la creación del estado de Israel buena parte del caudal de solidaridad que colectivamente han merecido y recibido los judíos como colectivo lo han arrojado por la borda de la ética histórica empleándose en usar con otro colectivo de víctimas los mismos métodos que históricamente otros colectivos usaron con ellos. Exactamente los mismos. Estos días he acabado de leer el imprescindible Las tribus de Israel de Ana Carbajosa, un análisis de la sociedad actual israelí que pone los pelos de punta. Un texto que los más normales de los israelíes no podrán refutar por su mesura y objetividad. Pero lo que retrata es una sociedad profundamente racista (entre ellos mismos en atención a los distintos orígenes), que practica un sistema de apartheid mucho más cruel que el sudafricano, sistemática justificadora de crímenes contra la humanidad y alentadora del cuatrerismo y el robo de tierras a sus vecinos mediante la fuerza simple o compuesta (acompañada de humillación y asesinato). Y lo que es más inquietante, con la mayor colección de binladens, rabinos y laicos fanático - paranoicos dotados de mentes criminales y genocidas del mundo. La propia bandera ya lo dice todo: dos franjas azules incluyen la estrella sionista: el Jordán y el Mediterráneo. Es un alivio para el resto de los pueblos que por ahora sólo lo apliquen contra los palestinos.

Muy cerca del hiperturistizado Check Point Charlie, y sobre las ruinas de los que fueron los edificios centrales de las SS los alemanes actuales han construido (2007) un Centro de Documentación bajo el nombre de Topografía del Terror. Fuera del edificio y directamente sobre las ruinas de lo que fueron cocinas se desarrolla una exposición que cuenta la historia de la brutal represión nazi y dentro del edificio el relato continúa con varios cientos de documentos y fotografías. En ambos lugares la presencia de las otras víctimas (homosexuales, gitanos y sobre todo resistentes políticos) ocupa un lugar por fin en la memoria del horror que normalmente se les ningunea, apabulladas por la inmensidad del Holocausto Judío. Es un lugar especialmente aterrador, por la capacidad de evocación que emana. Algo que se echa de menos en España respecto al genocidio franquista, ahora que por fin los sociapollas y los putos curas parecen haber llegado a un acuerdo para convertir el Valle de los Caídos, el lugar destinado para ello (aunque somos muchos los que apoyaríamos su voladura) en lo mismo que ha venido siendo desde su construcción: una afrenta permanente a las víctimas de nuestro nazismo, el nacionalcatolicismo, el fascismo de raíz nacionalista católica, sobre todo a las que permanecen en las fosas de la vergüenza.

Algunos de los momentos más intensos de nuestra estancia en Berlín han ocurrido en los restaurantes. Sólo un día, y por probar, comimos alemán como conté en la anterior entrega. El resto decidimos no perder el tiempo y dedicarnos a las cocinas que más nos gustan: las orientales, que además son las más baratas, increíblemente baratas y ricas. Berlín está plagado de restaurantes vietnamitas en los que se pueden degustar las principales especialidades del país de los Viets. Verduras fresquísimas sobre todo, aromatizadas con el casi inencontrable en España y sin el casi en Córdoba, lemon grass, en forma de salteados, sopas (fo) y curries, cocinadas con el muy especial curry vietnamita, muy diferente al indio, más acanelado. A menos de 5€ el contundente plato.

Nada más cruzar la calle saliendo del apartamento un magnífico indio, el Asman, ofrecía diariamente menús a entre 4’50 y 6€. Un curry con arroz y ensalada para hartarse. Y la jarra de medio litro de cerveza a 3€.

Para cenar usamos del prêt a porter turco, el donner. Casi en cada esquina uno. Nosotros lo pillábamos en Rosenthaler Platz, magnífico, con un pan crujiente y gran variedad de ensaladas y salsas para añadir. Igual que en España ya en pocos sitios hacen el rollo los propios restauradores, y el embutido ha sustituido al rollo artesano. Pero en algunos lugares existía. Uno de nuestros locales favoritos estaba justo al lado de Tacheles, en la esquina que da al patio interior, ahora ya totalmente turistizado de la Meca del alternativismo berlinés. Se trata de un local portátil, sumamente cutre, llevado por un impenetrable oriental-oriental (no sé si tailandés, malayo, coreano...) que lo mismo te sirve su donner artesano que te hace un wok en un minuto. Y las cervezas, la botella de medio litrazo, heladas, a 1’50€. ¿Quién puede resistirse a pasar horas allí?

Por cierto que en España la estafa restauradora es cada vez más patente. Ya digo que por el precio de una media racioncilla de mierda de japuta en cualquier tabernucha cordobesa, en Berlin te pones ciego de comer en un oriental. Y en cuanto a los donner, en TODOS los que vimos en Berlín el bocata sale a 2’80€. En todos los españoles 4€. Algo huele mal en la restauración en este país.

También aprovechamos para comprar comida. De hecho es lo único que compramos, aparte de alguna postal para enviar. Buscamos en internet y descubrimos un supermarket oriental, VINH LOI donde hicimos acopio de curry vietnamita, curry tailandés (amarillo,verde y rojo), curry japonés y otros productos inencontrables en Córdoba.


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(1): Me avisan en un comentario de que Lisboa sí que tiene un Museu da Cidade, en cuya página web compruebo que tiene además muy buena pinta y que responde exactamente a lo que yo vengo reclamando para Córdoba hace muchos años. En mi próxima visita a la Ciudad Blanca, que ya va tocando, le dedicaré, como expiación un largo reportaje.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Detenteporras, la milagrosa mochila de la JMJ

Me imagino que los más jóvenes no sabrán qué es un detentebala. Bueno, yo tampoco es que los haya conocido de primera mano, que no soy exactamente jurásico, aunque sí voy camino de la provectud, pero de siempre oí hablar de ellos a mis mayores. Pues, queridos chicos, un detentebala era una especie de escapulario (¿coño, tampoco sabéis qué es un escapulario?... pues nada a buscarlo en el wiki-wiki ese) especialmente indicado para portar en la guerra. Un trozo de tela de variado tamaño bordado con un corazón de Jesús de esos ardientes y espinados y bendecido por algún gurú católico. Herencia del meapilismo criminal y antiilustrado de los carlistas, que lo inventaron para su uso en sus guerras del siglo XIX, lo llevaban los soldados fascistas más tragacirios (sobre todo requetés, pero también lejonarios) sobre sus velludos pectorales como talismán antibalas republicanas. Lo ponía en el propio escapulario: DETENTE BALA, EL CORAZÓN DE JESÚS TE LO MANDA, ordenando a la bala disparada por un demonio antipatriota sin dios que se abstuviera de penetrar la carne de nacionalista católico ferviente bajo su divina y sobrenatural protección.

No se tiene constancia de que ese dispositivo detuviera nunca ninguna bala, aunque a los católicos, de natural obtusos e irremisiblemente crédulos, tal vez les cueste admitirlo. Lo que sí que nadie puede negar, católicos y no católicos, escépticos y ateos, budistas o registradores de la propiedad, porque San Youtube no miente, es que el Vaticano ha conseguido en las últimas semanas perfeccionar la eficacia del mecanismo del dispositivo talismán de protección divina de manera asombrosa. Así, los ensayos experimentales de un protector personal de carácter sobrenatural contra ataques externos llevados a cabo en las últimas Jornadas de la Juventud del Papa han resultado un rotundo éxito. Una simple mochila roja con el logo de la Gran Papada, sus siglas y una cruz, bendecida por Monse Rouco, ha funcionado con exactitud milimétricamente como repelente de porrazos policiales para miles de jóvenes que se movían por el entorno de la Puerta del Sol durante las Sacrosantas Jornadas. Se ha podido comprobar (San Youtube testifica) cómo las porras de los antidisturbios se detenían en el aire repentinamente antes de caer sobre los lomos de los chicos portadores que coreaban sus consignas papistas, en tanto caían en diluvio de hostias sobre los de los que no los portaban, la otra juventud, la insana y descreída, que coreaban a su vez las suyas, claramente laicistas.


Los expertos del Vaticano están estudiando en este momento otras cualidades milagrosas de las mochilas, aparte de las indubitables como detenteporra, descubiertas casualmente en el ensayo. Efectivamente se ha podido comprobar que la portación de la mochila bendecida creaba automáticamente una comprensión inexplicable en situaciones normales por parte de la policía local madrileña con los jóvenes católicos que montaban botellón en la vía pública, se emborrachaba como perras, se bañaban y meaban (no siempre en ese orden) en las fuentes públicas y arrojaban toneladas de basuras en la vía pública. La prueba aportada por los estudiosos de que fue precisamente la influencia sobrenatural de la mochila la causante del extraño fenómeno es que dos plazas más allá otros jóvenes sin mochila que pretendían montar una asamblea reinvindicativa de Democracia Real YA fueron contundentemente desalojados y tundeados sin miramiento por las porras de la policía. Sin miramiento quiere decir exactamente eso, que no miraban si llevaban mochila o no, sino que se engolfaban en repartir estopa directamente. Si hubiera habido mochila, incluso ocultas, los polis hubieran sentido una repentina sensación de beatitud y hubieran mirado arrobados a los reunidos, como ocurrió con los mochilados chicos de la plaza vecina, ha afirmado Monse Flacciducci, Vicario General para las Causas Milagrosas Escapularias del Vaticano.

Es por ello que estos poderosos escapularios detenteporras mochileros han comenzado a adquirir precios astronómicos en el mercado negro dada la cantidad de manifestantes reivindicativos, altermundistas, ecopacifistas, sindicalistas, etc. de todo el mundo que han querido hacerse con una. En concreto en Chile, donde la policía de Piñera se está empleando criminalmente contra la juventud estudiantil ya se han vendido por precios desorbitados la mayoría de las llevadas de vuelta por los Chicos del Papa. En unos días pues, cuando sean puestas a prueba ante la gorilada policial del Pinochetista de la Sonrisa Disecada, podremos advertir si el poder sobrenatural es o no independiente del fin de la manifestación en la que se use.