(del laberinto al treinta)


sábado, 24 de enero de 2009

UNA SEMANA EN TÚNEZ (III)

DE ALMINARES ANDALUCES



Desde la estación de autobuses de Bab Alioua hasta la Place de Barcelone se puede pillar el trole que pasa a 100 mts. o bien caminar unos 15 minutos. La Place de Barcelone es el nudo de comunicaciones más importante de la capital. Se trata de un gran espacio cuadrado atravesado por varias líneas del trole, cortado por vallas y aduanado por barreras. En su frente se halla la estación central de ferrocarril. En un lateral, en la acera de la rue Belgique, pegado a la plaza adyacente de Mongi Bali hay una cafetería donde sirven los mejores cafés que he tomado en mi vida, tanto turcos como normales. Yo recomendaría no desperdiciar la ocasión de probar alguna de las especialidades. Dos manzanas más allá, una vez en la rue d’Espagne se encuentra el precioso mercado de Túnez, con un espacio central dedicado a las verduras entoldado de amarillo que proporciona al conjunto una deliciosa luz acaramelada. En los corredores laterales venden aceitunas de mil tipos y las variedades de harissa, la pasta picante de pimientos y guindilla famosa en el mundo entero. El pescado se vende en un gran espacio lateral.


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Bab el Bahr (La Puerta del Mar), más conocida como Port de France se encuentra 100 mts más allá de la salida norte del mercado. El arco de triunfo que hoy encontramos exento se abría en la muralla, aunque fue construida en 1848 sustituyendo a la anterior de factura hafsí, haciéndola coincidir con la avenida recién construida y que atravesaba el espacio recién desecado del lago que se separó de ella más de un kilómetro. La muralla sería derruida unos años después dejando una cicatriz que se aprecia perfectamente en los planos. Desde la puerta se accede a la plaza que da entrada a la medina por la calle Zituna, su vía principal que lleva directamente a la Mezquita Mayor, de su mismo nombre, centro neurálgico y geográfico del casco antiguo. Pero lo que yo tenía en mente visitar en primer lugar estaba atravesando toda la medina, rodeando la Zituna por la derecha y buscando por los zocos Attarine (perfumarios) y et-Trouk (de los turcos) la salida a la Plaza de la Qasbah donde se alza el Palacio de Gobierno, el Hospital Aziza Othmana, el Ayuntamiento y lo que yo andaba buscando, la mezquita de la Qasbah.

Cuando se habla de las torres hermanas almohades siempre se mencionan tres: la Kutubiya de Marrakech, la de Hassan en Rabat y la Giralda de Sevilla. Pero nadie se acuerda de sus dos hermanas menores: el alminar de la mezquita de la Qasbah de Túnez (1235) y la de la mezquita mayor de Tremecen (1236). Son muy posteriores a las tres hermanas mayores, pero de la familia por derecho propio. Todas ellas son hijas de la primera original andalusí, el alminar de la Mezquita de Córdoba (951), desde el siglo XVI forrado por la estructura renacentista que hoy permanece. La originalidad del alminar original cordobés está tanto en en su esbeltez como en su estructura, superando ampliamente en gracia a su directo antecesor, el de la mezquita de Cairouan (836), de aspecto claramente defensivo, y a sus abuelos, los sobrios alminares omeyas de Siria. Tanto la forma cuadrada y esbelta como la solución de la ventanas geminadas pasarán tanto a la tradición islámica del alminar maghrebí como a los campanarios del románico catalán.

alminar cairouanalminar cordoba Kutubiyya


Izquierda: alminar de la Gran Mezquita de Kairouan. Centro: recreación del alminar califal de la Mezquita de Córdoba obra de Abderramán III. Derecha: vista de la Kutubiya, el alminar almohade de la mezquita del mismo nombre en Marrakech.




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Giralda de Sevilla y alminar inacabado de la Mezquita de Hassan en Rabat.



A partir de la fijación por los almohades de esa forma y ese estilo decorativo para sus alminares ya todos los construidos hasta nuestro días en el Maghreb, con excepción de los posteriores de estilo turco, repetirán el mismo modelo. El estilo decorativo sello característico de todas ellas, no es sin embargo original de los almohades, sino de los almorávides, los integrantes de la primera nube de langosta integrista provinente del Sahara que unificó el occidente musulmán bajo un califato tras la desintegración del de Córdoba. El rigorismo y ascetismo guerrero de los almorávides comenzó pronto a resquebrajarse al entrar en contacto con las voluptuosas sociedades de los reinos taifas andalusíes que acababan de conquistar. Así, la fascinación por el refinamiento cultural que encontraron en su avance imparable hasta las fronteras con los reinos cristianos acabaron haciéndoles sucumbir en la búsqueda de una mayor sofisticación de las formas artísticas. En concreto, fue en la construcción de la mezquita de Tremecén (1136, Argelia) donde deciden traer alarifes y artistas de Al Andalus, para que decoraran el mihrab a la manera andalusí. Así, las decoraciones típicas de la Aljafería de Zaragoza y de otras construcciones taifas en finas arquerías mixtilíneas (sebka), una evolución barroca de las arquerías polilobuladas de la ampliación de Alhaken II de la Mezquita de Córdoba, pero que ya encontramos en los castillos del desierto jordano a comienzos del s. VIII, con el nombre de kaft wa daraj (escalón y hombro) (JIMÉNEZ MARTÍN, Historia del Arte de Historia 16, tomo 15, pg. 54), invaden las construcciones africanas debidas a los almorávides a partir de la mezquita de Tremecén. Los almohades, la segunda nube de langosta rigorista surgida del desierto, comenzará utilizándolas por primera vez en un alminar en Marrakech, en la Kutubiya (1160) de una manera bastante sobria completándolas con sencillas decoraciones cerámicas, para irse barroquizándose conforme van extendiendo el imperio hacia el norte y van abandonando las crispaciones estéticas y doctrinales de sus orígenes (alminar de la Gran Mezquita de Sevilla (Giralda, 1184) y alminar de la mezquita de Hassan en Rabat (1195) y para terminar fijando definitivamente el modelo en las de la mezquita de la Casbah de Túnez (1235) y en la de la Gran Mezquita de Tremecén (1236), justo cuando los hafsíes suceden a los almohades en la zona oriental del imperio. A partir de ese momento ya todos los alminares cuadrangulares del Maghreb, que se alternarán con los poligonales de estilo turco en el caso de Túnez, serán copias más o menos felices de las 5 hermanas.



alminar casbahmezquita tremecen

Alminar de la Mezquita de la Casbah de Túnez y alminar de la mezquita de Tremecén (Argelia).


Después de este plomo que os he metido, necesario probablemente sólo para justificar mi propio interés o para conjurar el dolor por la pérdida de tantas cosas que un día estuvieron en la diana de mis estudios y que hoy a duras penas retengo, continúo con el periplo.

Así que esa torre hermana menor de la Giralda y nieta predilecta del alminar califal de la Mezquita de Córdoba, era la que iba buscando. Y con la suerte que me caracteriza para ese tipo de cosas, me la encontré de obras y cubierta de andamios. Actualmente ha quedado integrada, junto con la mezquita, en un conjunto muy heterogéneo de edificios de muy diversas épocas pero que ha venido representando el centro del poder político y militar de la Ifriqiya secular.

Situada en un cerro que domina toda la medina la mezquita formaba parte del conjunto arquitectónico de la Casbah que los almohades construyeron como centro de poder. Hoy en día del conjunto sólo queda la mezquita y su alminar y un lienzo de muralla de la fortaleza, en medio de las cuales se construyó, tras la independencia, el Ministerio de Defensa. Desde la mezquita se asciende un trecho, se pasa por la puerta de ese ministerio sin hacer ostentación de cámara, y, ya más relajados por el de Cultura, y luego por un enorme parking. El guardián del parking fue el que nos indicó que acceder a los restos del alcázar era cosa sólo de saltar una pequeña verja justo delante de un abandonado Museo del Cine, entornar una vieja puerta y subir unas escaleras literalmente empedradas de mierdas humanas en diferentes grados de fosilización. Lo que se encuentra en su cima es un ruinoso adarve en cuyas paredes se apilan más o menos ordenadamente varios centenares de lápidas otomanas que algún equipo de arqueólogos ha tratado de clasificar con un desconocido fin. Probablemente para su museización. Mientras tanto, y espero no estar dando pistas a los traficantes, están al alcance de cualquiera.


adarve


Justo enfrente se levanta el edificio del Ayuntamiento de Túnez (Qasr al-Baladía), un bonito edificio moderno, que estiliza felizmente las formas arquitectónicas tradicionales tunecinas, con una enorme explanada delante, donde es posible aún, cosas de África, ver a los chavalotes jugar a la pelota sin que ningún guardia les de la bulla.


ayuntamiento


Bajando de la explanada del Ayuntamiento y dejando el alminar de la Casbah atrás se entra en la plaza del Gobierno, un agradable espacio rectangular sombreado por cuidados árboles y farolas. Como todo en Túnez, a imagen de la propia pequeñez del país, todo es muy doméstico, muy municipal, El palacio del Gobierno, un palacete del siglo XVIII, Dar el Bey, no da la impresión de ser lo que es, el despacho del Primer Ministro. En seguida se entra por la calle de la Casbah en la medina. Pero la búsqueda de las huellas andaluzas en ella quedará para otro día.


ÍNDICE DEL VIAJE

HAMMAMET
DE ALMINARES ANDALUCES
KAIROUAN
LA MEDINA DE TÚNEZ

miércoles, 21 de enero de 2009

ARTE EN CAJASUR: QUIEN CON CURAS SE ACUESTA...



Mientras se inicia el previsible y deseable, dada la supina ineptitud de los políticos andaluces para crear un motor propio de desarrollo económico de la comunidad, proceso de absorción de las cajas de ahorros andaluzas por la CAIXA para formar la Caixa Única, como anunciaba recientemente José Manuel Atencia, en Córdoba, ciudad en la que se da la beatífica circunstancia de asentar la única caja de ahorrros del estado que pertenece a la Conferencia Episcopal Española, tendremos que seguir mamando que la Iglesia Católica imponga sus criterios artísticos y morales en la mayor fundación cultural de la ciudad: la Fundación Cajasur.

Según su presentación programática esa Fundación tiene como razón de ser revertir a la sociedad los beneficios obtenidos por la Entidad. Cualquier persona que sepa leer entiende que si dice la sociedad se refiere a toda la sociedad. Es decir, a toda la sociedad. Si eso no es así, si prácticamente viene demostrando desde su fundación que eso no es así, habrá que colegir que la Fundación de marras esa miente desde la primera línea de su programa. Y eso es, demostrablemente, así. La Fundación Cajasur viene programando desde siempre actos culturales dirigidos principalmente a la parte de la sociedad cordobesa que practica una moral estrictamente católica pastoreada por los mitrados jerarcas que son los dueños del negocio y evita minuciosamente programar aquellos que según los criterios de los pastores purpurados pudieran ser causa de un perjuicio moral en las almas de todos los cordobeses, sean católicos razonables, católicos reaccionarios, de otras religiones de la competencia, agnósticos o ateos, quieran o no que sus almas sean salvadas del pecado de la contemplación de imágenes turbadoras. La intención es muy loable pero claramente agresiva y lesiva para los derechos de los ciudadanos no católicos, que también son cordobeses y que también tienen (tal vez insensatamente) la pasta metida en la Cajuela Episcopal.

Pero con todo, el problema más agudo no es que se trate de una estafa a la parte de la sociedad que no comulga con la moral reaccionaria del catolicismo canónico, sino que propicia la caída en el error de muchos ciudadanos incautos que no saben con quién se juegan las ideas, las obras y hasta la pasta hasta que no se encuentran con la sonrisa helada del gorila encorbatado de turno que les niega la entrada al paraíso de las subvenciones o de sus salas si no se atiene a las normas no escritas pero sí inscritas en la estricta moral de la Pía Fundación. Aparte de incautos también hay muchos cautos, exjóvenes promesas de la novelística, críticos de arte, periodistas manutenciadas, intelectuales, artistas, asociaciones, etc., siseñoristas practicantes, que colaboran con la Beata Fundación a base de mucho jabón y no poca vaselina.

Entre los incautos se encuentra el caso de los familiares y amigos de un joven pintor cordobés recientemente fallecido, Carlos Cerrato, antiguo becario de la Fundación, con la que se pusieron en contacto con el fin de organizar una exposición retrospectiva del artista en su ciudad natal. Ningún problema hasta que el censor fundacional contempló horrorizado uno de los cuadros preferidos del pintor, una copia del famoso El origen del mundo de Courbet, que fue inmediatamente desechado con el probable argumento de que el obsceno cuadro no representaba exactamente una imagen del origen del mundo, sino del origen del pecado. Ese pecado atroz en el que se basa el 90% de las prohibiciones de la moral católica apostólica y romana y que los eunucos ensotanados colocan desde el principio de los tiempos exactamente en el lugar que representa esa imagen. Ese órgano que siempre turbó tanto el alma de los curas, pero más turbados aún por sus propios pensamientos.

La familia se negó a semejante mutilación del conjunto de la retrospectiva y fue expulsada sin contemplaciones del paraíso de las miríficas salas cajarureñas por el arcángel de la espada de fuego y la corbata con alfiler de oro del Espíritu Santo, símbolo de la empresa.

Manos mal que en el Ayuntamiento de Córdoba (IU y PSOE), tan hipercomplaciente de continuo con las bromillas episcopales contando como cuenta a su frente con la católica renacida por el RINCÓN DE LA F, Rosa Aguilar, alias La Litúrgica, accedieron a buscar un espacio para la exposición y actualmente, hasta el 9 de febrero, puede contemplarse en la Casa Góngora de la calle Cabezas de lunes a viernes de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.30.

Aquí en esta ciudad y con este tema tiene cualquiera que quiera entender la verdadera calaña moral de la Iglesia Católica un ejemplo inmejorable. A la Iglesia Católica le molesta tener en sus salas de exposición la imagen de un coño, de un simple coño, aunque ese coño forme parte de una obra de arte universalmente considerada como tal, pero en cambio no tiene ningún empacho en organizar una magna exposición conmemorativa de los 50 años de la muerte de uno de los más conspicuos teóricos del nacionalcatolicismo, la versión española del nazismo y del fascismo, que haya dado este país tan pródigo en ellos: el obispo Fray Albino. Como ya he contado en otras ocasiones este peligroso anti-sistema (democrático) fue uno de los conspiradores que más arduamente lucharon para destruir la incipiente democracia instaurada por la II República Española, colaborador entusiasta del golpe militar que la derribó y ejecutó el genocidio programado posterior, en el que fueron asesinados a sangre fría más de 7.000 cordobeses, y pieza clave en la conversión del país en un enorme campo de concentración vigilado por el Ejército, la Guardia Civil y la Iglesia Católica. La brutal destrucción física y moral del país que produjo la guerra desatada con su ayuda creó las bases necesarias de miseria social que luego permitieron al obispo pasar a la historia como prodigador de viviendas para los vencidos y convertirse en uno de los héroes de esta ciudad donde es adorado legalmente por una nube de ciegos morales, supersticiosos empedernidos y canallas sin complejos, orquestados por la Santa Madre Iglesia. Con la complicidad de los políticos de izquierdas sin escrúpulos que han permitido la ignominia de que se le haya dedicado recientemente una calle, responsabilidad de Rosa Aguilar (IU) y ¡¡¡un colegio público!!!, de la del responsable del ramo de la Junta de Andalucía (PSOE). Lo de dedicarle un colegio al siniestro obispo lo debió entender la Junta como un homenaje a quien fue autor de una conseguida adaptación para los niños españoles de la posguerra del Mein Kampf de Hitler, bajo el imperioso título de CATECISMO PATRIÓTICO ESPAÑOL. ¡Heil!

martes, 20 de enero de 2009

Soldadito israelí, soldadito terrorista

A lo largo varios años viajando por diversas partes del mundo he ido descubriendo algunos de los destinos seguros para los israelíes, sobre todo para los jóvenes. Es algo que los turistas, como el resto de los ciudadanos, israelíes tienen que asumir como precio por sostener a gobiernos racistas que practican el crimen y el robo como única diplomacia con sus vecinos. Suelen ser lugares muy exóticos y muy alejados de lugares donde pudieran rozarse con poblaciones musulmanas y espero que pronto, con cualquieras otras. Yo recuerdo especialmente dos: la playa de Hat Rin en Koh Phangan, una preciosa isla del golfo de Tailandia, y León en Bolivia. En Hat Rin, un lugar frecuentado exclusivamente por mochileros, es tanta su afluencia que incluso los menús de los restaurantes-chiringuitos están en hebreo y sirven comidas mediorientales como el hummus y el falafel en pan de pita. La mayoría de esos jóvenes son recientes exsoldados. El ejército israelí les va guardando una paga a lo largo de todo el servicio militar, una masita que les entrega de golpe cuando terminan. No sé cuál es el porcentaje, pero muchos de ellos en lugar de invertirlo en un piso o en montar un negocio se lo gastan, todo o parte, en un viaje. Suelen ser bastante difíciles, abusivamente exigentes y dados a las pasadas alcohólicas y a crear problemas de orden público, estadísticamente con más frecuencia que los mochileros de otras nacionalidades. Me imaginé siempre que el tipo de vida a que los gobiernos de su pequeño estado los obliga a llevar en el que se incluye la comisión de bastantes crueldades gratuitas podía explicar sus reacciones al ser liberados. Así que yo traté siempre de evitarlos, no por su calidad de israelíes, sino por su calidad de desagradables gamberros.

Pero también siempre traté de evitar que me nublara la consideración que concedo a cualquier persona, sólo por el hecho de serlo, su condición de soldados de un ejército que ocupaba ilegalmente territorios de otro pueblo y cuya principal misión es ejercer una brutal represión a la población civil con el fin cada vez más evidente de expulsarlos y quedarse con sus tierras. Eso lo viví en la propia Palestina donde por viajar en los autobuses que usaban los árabes experimenté en carne propia la chulería, la soberbia, la violencia y el trato humillante con que regalaban sistemáticamente al pueblo ocupado. Pero ya digo que siempre evité percibir a cualquiera de aquellos chavales de apenas 20 años que compartían techo conmigo en un chiringuito de playa como miembros de ese ejército, alguno como aquel que en un autobús, recién salidos de Belén, me pasó las hojas del pasaporte con la bocacha de un M16, con la gorra militar en plan béisbol, unas gafas de sol caladas y un chicle en la boca, después de expulsar a empujones a una llorosa mujer con un niño de pecho al que afirmaba llevar al hospital de Jerusalén. No me costaba demasiado, aunque tampoco me salía espontáneamente.

Pero probablemente la próxima vez que me los encuentre ya no seré capaz de ese autocontrol. Después de la matanza, masacre, genocidio o cualquiera de los términos que pueden emplearse para definir la criminal actuación del ejército israelí con la población desarmada de Gaza no sea capaz de soportar la visión de esos jóvenes cerca de mí. Pero no porque me pudieran asaltar el recuerdo de las terribles imágenes de las matanzas en las que pudieran haber participado, sino porque lo que me asaltará será la idea de que en un momento de mi vida he deseado su muerte, la de esos chicos que ríen, comen y se emborrachan bajo las palmeras del trópico. Cada uno de ellos que muere puede significar el que dejen de morir un montón de seres humanos inocentes en sus propias casas, bajo sus bombas de fósforo, bajo la lluvia de sus balas, bajo las cadenas de sus bulldozers. Un par de días antes de haber leído la estremecedora Gaza: carta a un soldado israelí de Ricardo Royo-Villanova me había acordado de aquellos chicos que jugaban con la olas y bebían cervezas y había pensado lo mismo. Que ya sólo podría verlos como terroristas sanguinarios, asesinos minuciosamente entrenados para matar niños, mujeres y hombres indefensos, piezas más o menos voluntarias de un engranaje de muerte y destrucción que tiene como fin último una limpieza étnica, la perpetración de una Shoa con un pueblo al que consideran inferior y digno de ser exterminado, exactamente igual a la que sufrieron los 6 millones de ciudadanos judíos de Centroeuropa a manos de los nazis.

Si alguien, con alguna sensibilidad y con voluntad de oir a alguien que está viviendo la masacre in situ y que carece de los medios que la poderosa máquina propagandística nazionalsionista está derrochando para que la sangre de sus propios crímenes no le manche la reputación, tiene alguna duda debería escuchar estas dos crónicas radiofónicas de un activista que ha conseguido entrar en la Franja de Gaza y cuenta lo que ve. El nerviosismo que sus palabras han causado al embajador del estado de Israel en España, que lo ha puesto en el punto de mira de los terroristas judíos que ya lo han amenazado de muerte y de los servicios secretos israelíes, indican que está haciendo pupa. Estas dos crónicas sólo han sido retransmitidas por radios libres, ya que los grandes medios, El País, entre ellos, se han negado a amplificar su acusación directa y sin medias tintas de complicidad con los crímenes israelíes a Zapatero, Moratinos y María Teresa de la Vega.



ALBERTO ARCE DESDE GAZA (12/01/09)


ALBERTO ARCE DESDE GAZA (19/01/09)



Una de las cosas a las que Alberto Arce hace referencia es al inquietante hecho, que acabo de leer también en ESTA PÁGINA, de que la Ertzaintza, la policía autonómica vasca, entrena a sus mandos en Israel. Da miedo pensar las cosas que les estarán enseñando ¿no? ¿Quienes harán de palestinos para los valientes soldados del lehendakari llegado el momento de poner en práctica lo aprendido?

domingo, 18 de enero de 2009

UNA SEMANA EN TÚNEZ (II)

DOUGGA Y TESTOUR





La idea era, usando un infeliz símil para el que no encuentro alternativa, matar dos pájaros de un tiro. Echar la mañana visitando las ruinas romanas de Dougga y a la vuelta parar en Testour. El fallo fue pillar un bus de línea, el de El Kef, desde Bab Saadoun en lugar de pillar una louage. Para los 100 Kmts. el bus echó más de dos horas. Al llegar al pueblecito, Teboursouk, tuvimos que localizar al taxista local, para que nos subiera a las ruinas, 5 Kmts más arriba, cosa que cumplió en una camioneta de los tiempos de esplendor del lugar que íbamos a visitar. Al terminar la visita a las ruinas preguntamos la manera de llegar al pueblo a un mecánico, quien tirando de móvil llamó a su primo que subió desde el pueblo a buscarnos. Una vez en la carretera general perdimos media hora comprobando que todas las louages que pasaban iban llenas. Al final un coche de los currantes de las ruinas que volvían a Túnez nos llevó por el mismo precio que la louage. Total que el tiempo se nos echó encima y cuando pasamos por Testour era lo suficientemente tarde como para ni pensar en detenernos a echarle un vistazo.

esperandolouage

Pero no me resisto a colgar aquí lo que leí para la ocasión. Fundamentalmente los trabajos de Luis Bernabé Pons. Testour es una de las ciudades de fundación andalusí. Los expulsados por el católico rey Felipe III de sus casas, campos y negocios en 1609 (este año se cumple el IV centenario), en un hecho de crueldad social sin precedentes en Europa hasta el siglo XX, que decidieron dirigirse a Túnez se asentaron en diferentes lugares en función de su posición social y económica.

El caso de los moriscos tunecinos es bastante particular. Al contrario que los territorios de las actuales Argelia y Marrueco, el de Túnez no había recibido moriscos antes de la expulsión. Túnez pasaba desde hacía bastante tiempo por un periodo de situación política muy inestable que había conformado, debido fundamentalmente a las guerras intestinas y al acoso de sus costas por los españoles, una sociedad bastante desectructurada . Los aproximadamente 80.000 moriscos que llegan lo hacen prácticamente de golpe, en sólo seis meses, vienen todos de Francia en una acción política dirigida desde Estambul por mediación de redes de moriscos que se movían en Francia y en la capital del imperio turco. Son las autoridades tunecinas quienes deciden dónde se instalan. Un grupo, los más ricos, artesanos urbanos fundamentalmente, se quedaron en la medina de la capital, donde conformaron un homogéneo núcleo artesanal dedicado sobre todo a la cerámica y a las chechías, el típico gorro morisco que aún usan los mayores tunecinos. Otros se asentaron en Bizerta, donde construyeron un barrio nuevo. Son hispanohablantes y con mucha tendencia a la endogamia por lo que serán siempre, incluso actualmente, muy distinguibles de la población histórica tunecina. A los más pobres y a los campesinos se les ofrecieron zonas agrícolas desiertas del interior en las que sólo pululaban desmayadamente algunas tribus dispersas de bereberes nómadas. Y en las que levantaron cerca de 20 ciudades de nueva construcción. El carácter hispánico de todas ellas es aún patente y eso era lo que quería encontrar en Testour, una de las más importantes, asentada en la feraz vega del río Medjerda. Los moriscos españoles diseñaron racionalmente las nuevas ciudades a la manera de los pueblos de los que procedían. Trazados rectilíneos, de calles anchas, pavimentadas y con acanalamientos laterales para facilitar el desagüe pluvial, que desembocan en plazas cuadrangulares a la manera de las plazas mayores españolas.

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Patio de la Mezquita Mayor de Testour con su torre andalusi. Grabado del s. XIX de Testour donde se aprecia el carácter español de su
fisonomía. Detalle de la torre en la que se aprecia el reloj con los números en sentido contrario y las estrellas de David.

El plano de Testur es así. Pero además otros elementos recuerdan el origen de sus diseñadores y constructores fundamentalmente el hecho de que cubrieran las casas de tejas, en contraste con la tradición tunecina de la azotea y la cúpula. La Mezquita Mayor de Testour es particularmente ostentadora del sello hispánico. El alminar, de base cuadrada está coronado por dos torres octgonales que recuerdan poderosamente a las torres campanarios españoles, sobre todo aragoneses, pero también la torre mudéjar de Santa María la Mayor de Ronda, con el detalle añadido de contar con un reloj decorativo (con la numeración en orden contrario al sentido normal de las agujas), caso rarísimo en los alminares de todo el mundo musulmán y una decoración, típicamente renacentista, de pináculos en los ángulos. El detalle de la numeración en orden contraria del reloj presenta algunas dificultades para su interpretación, aunque la más común es la que apunta hacia la representación del deseo imposible de volver el tiempo atrás, a cuando vivían en su añorada Andalucía. Y en el interior, que de todas formas no hubiera podido visitar, existen algunos elementos de la tradición arquitectónica occidental como el adintelamiento renacentista del mihrab, que se aprecia en la foto que cuelgo y que encontré en un libro de arte islámico. La influencia renacentista se aprecia también en los arcos de medio punto y con una clave de arco clasicista que conforman uno de los sellos más característicos de las construcciones moriscas populares norteafricanas y es posible encontrarlas en todo el Maghreb, con especial presencia actualmente en las casas del barrio de los Andaluces de Rabat. La extraña presencia de estrellas de David en los decorados del minarete se explica, según he leído, porque en su construcción contribuyeron también judíos que se asentaron junto con los moriscos y los musulmanes tuvieron ese detalle para con ellos.


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Dos elementos renacentistas en la arquitectura andalusi maghrebí.
Una puerta del Arrabal de Los Andaluces de Rabat y puerta interior de la Mezquita
Mayor de Testour, con su frontis clasicista.


La vid y los frutales que hoy se cultivan intensivamente en la zona son una introducción de los campesinos andalusís y los sistemas de riego que pusieron en marcha dieron lugar una de las zonas de huertas más feraces de África que han llegado hasta hoy.

En Testour se celebra cada año, además, el Festival del Malouf, la música de origen andalusí, en el que intervienen músicos de las diferentes escuelas: la marroquí (Al ‘Ala), la Garnatí (granadina), tanto la marroquí como la argelina y el Malouf que corresponde a las tradiciones libia, argelina y tunecina. La pieza que colgué para ilustrar la anterior entrada es la más típica, coral, de la tradición tunecina.

Las ruinas de Dougga son impresionantes, incluso para quienes, como nosotros, han visitado más ruinas romanas probablemente de las que existen. Sólo la vista desde abajo, los restos de los edificios escalando hasta el templo que corona la colina del capitolio hace que merezca la pena la visita. Una vez arriba, desde la plataforma del templo la vista corta el resuello y el poder de evocación de lo que se conserva justo a sus pies es de los más fuertes que hemos conocido. Por supuesto practicamos una de nuestras pasiones favoritas: sentados en los últimos escalones de la grada de un teatro romano gozar de la vista del recinto y de los paisajes circundantes que en el caso de Dougga son de una belleza estremecedora. Un extraño mausoleo púnico-líbico de 20 mts. completó la visita.

ruinasdougga


teatrodougga

Durante la vuelta fui charlando con el conductor y su acompañante. De muchas cosas, a pesar de que no eran capaces de pasar fácilmente del dialectal tunecino al árabe clásico y de que su francés era muy limitado. Al pasar por una zona en la que el horizonte estaba representado por unos muy tupidos bosques de pinos me comentaron algo que yo había escuchado anteriormente. En el corazón de esos bosque viven grandes colonias de jabalíes, a los que los lugareños respetan, fundamentalmente porque su carne es haram (prohibida). Desde hace muchos años se ha desarrollado una industria turística que atrae a cientos o a miles de cazadores europeos, sobre todo italianos, que vienen a tirotearlos. Ello significa una fuente de ingresos importante para el país, por cuanto son turistas de gran poder adquisitivo, aunque desde luego el gasto que hacen se circunscribe exclusivamente a la testosterónica actividad que los lleva allí.

Buceando por la red encontré este ESTE VIDEO en el que, en medio de los preciosos paisajes mediterráneos tunecinos, una piara de cerdos domésticos armados con rifles y cananas tirotea a otra piara de cerdos salvajes desarmados, se refocilan con su sangre y se fotografían con sus cadáveres.

ÍNDICE DEL VIAJE

HAMMAMET
DE ALMINARES ANDALUCES
KAIROUAN
LA MEDINA DE TÚNEZ

UNA SEMANA EN TÚNEZ (I)


HAMMAMET


Una oferta de fuera de temporada nos decidió. 319 € una semana en un hotel de Hammamet. Desayuno y cena incluidos. En temporada superbaja, claro. El truco consistió en utilizar esa plataforma para recorrer algunos de los lugares del norte de África más queridos para mí.

En 1990 pasé un verano en Túnez en el Instituto Burguiba de Lenguas Vivas (Ma’had Burghiba lil-lughat al hayat) aprendiendo árabe. Fue el año en que Sadam Hussein cayendo estúpidamente en la trampa que le tendieron los servicios secretos norteamericanos invadió Kuwait. La reacción de una buena parte de la población tunecina fue de alegría. Probablemente no les gustara Sadam Hussein pero a los kuwaitíes les tenían un paquete del copón. Un estado tribal gobernado por unos rijosos jeques beduinos podridos de dinero que no lo utilizaban para crear riqueza a su pueblo o para mejorar la vida de los otros musulmanes pobres, palestinos concretamente, muchos de los cuales vivían exiliados en Túnez. Mi amigo Gary, un norteamericano de Carolina del Norte, que estudiaba también en el Burguiba, y yo estuvimos en la manifestación de apoyo a la invasión, de fuerte contenido antiyanqui, y que pronto fueron reconducidas por el corrupto régimen de Ben Ali. Gary no escondió su nacionalidad y en pocos minutos se convirtió en una especie de héroe exótico para los circunstanciales manifestantes de nuestro entorno. Flipaban oyéndolo gritar a pleno pulmón ¡yanki barra! (yankis fuera). No me voy a excusar por haber participado en aquello. Estaba allí y fui. Punto.

En el tiempo libre que me dejaban las clases y en los fines de semana me dediqué a conocer los lugares más cercanos y a amarlos. Al año siguiente volví durante un mes, esta vez como turista, acompañado de C. y de mi hermano A.


HOTEL ALHAMBRA


Hotel Alhambra


Así que la semana del 1 al 7 de diciembre C. y yo estuvimos durmiendo, desayunando y cenando magníficamente en el hotel Alhambra, el último construido al final de la línea de costa turística de Jasmine, a doce kilómetros justos de Hammamet. Más allá del hotel se extendía la costa desierta del Sahel. Los tunecinos aprendieron de los españoles las artes del turismo costero, para hacer justamente lo contrario. Nos lo dijo hace años (19 concretamente, ¡qué vertigo!) el director de un hotel de lujo de Djerba al que entramos a tomar una cerveza (nosotros parábamos en un modesto hotelito tradicional del centro de Houmt Souk) y que pegó hebra con nosotros en la terraza, frente a los apartamentos exentos, de una sola planta , con su cupulita blanqueada en que consistían las habitaciones. Por eso antes de que el desarrollo turístico eclosionara como después lo hizo se emitieron algunas medidas para impedir que aquello llegara a parecerse nunca ni remotamente a Benidorm o Fuengirola. La fundamental fue la prohibición de que los edificios superaran la altura de los árboles. La segunda primar absolutamente la construcción de hoteles sobre la de bloques de apartamentos. Y la tercera enviar a Europa a formarse en las facultades de Arquitectura a un buen montón de jóvenes con ganas de trabajar a su vuelta para que los diseñaran. Así, es posible circunvalar completa la isla de Djerba (unida al continente por un puente) por una estrecha carretera a escasos metros de la línea de hoteles de lujo que la circunda sin sentir que se está en una de las zonas más turísticas de África. Edificios blancos de escasa altura que asoman intermitentemente por entre la línea horizontal de la vegetación (fundamentalmente olivos y palmeras) perfectamente integrados en un paisaje de fuerte sabor mediterráneo. Los edificios han sido diseñados con un gusto exquisito, a veces preñados de kitsch y otras de vanguardia, listos para acoger a las clases medias y populares de Europa en un sueño empaquetado de una semana... de otra manera.


Hotel Hasdrubal


Hotel Hasdrubal


La zona turística de Hammamet es menos coqueta. Los hoteles son más altos, aunque nunca de más de tres o cuatro plantas, y su presencia más rotunda, pero sigue imperando el buen gusto y los diseños impactantes, a pesar de algún que otro horror de corte disneyano. El Alhambra concretamente es una estilización muy sobria del aire del monumento granadino que le da nombre. El problema para quienes como nosotros sólo aprovechan estas maravillas turísticas por la economía de los paquetes de agencia frente al viaje por libre es que estos centros turísticos están concebidos como parques temáticos vacacionales convencionales y tienden al aislamiento y a la autosatisfacción de necesidades. Por ejemplo: saliendo del hotel hay que recorrer un kilómetro para encontrar una encrucijada de servicios (algunas tiendas y un par de restaurantes), aunque un kilómetro más allá se puede encontrar un parque de atracciones delirantemente kitsch en el que se ha reproducido una medina artificial ideal de la muerte plagada de tiendas, restaurantes y atracciones más o menos de feria en la que pueden pasear y consumir los turistas más atrevidos sin peligro de rozarse con la morería auténtica al volver de la playa. Por supuesto las agencias tratan de que los contratantes de un paquete turístico estándar contraten también con ellos las excursiones a los lugares de interés histórico artístico originales de los alrededores a precios casi europeos. En la puerta de la falsa muralla para evitar confusiones pone claramente MEDINA.


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La portada del Parque Temático MEDINA. Calle Principal y dos de las atracciones más impactantes: la caravana de camellos y la reproducción del ejército de Aníbal a lomos de elefante.



Pero cualquiera que se proponga conocer algunas de las maravillas que Túnez encierra puede hacerlo perfectamente por su cuenta, a precios irrisorios y con el aliciente de disfrutar mucho mejor la vida cotidiana del país. Un autobús urbano recorre el trayecto desde Nabeul hasta Jasmine atravesando la ciudad de Hammamet con una frecuencia de 15 minutos. A tan sólo 100 mts. de la puerta del Alhambra se encuentra la parada terminal desde donde regresa haciendo escalas cerca de todos los hoteles de Jasmine. Se supone que esta línea se creó para los cientos de trabajadores que hacen funcionar los hoteles, aunque se daba la paradoja de que muchos de ellos iban a currar en taxi, mientras nosotros usábamos el autobús.

En uno de los cruces, en la parada correspondiente a Manaret Hammamet, a medio camino de Hammamet, se encuentra el mejor nudo de comunicaciones de la zona. Allí se pilla el autobús de línea que en 45 minutos te deja en Túnez (60 kms.) o el louage, más rápido y sólo un poco más caro. Ambos llegan a la estación terrestre de Bab Alioua de la capital, a 15 minutos andando del centro, y con parada de taxis, autobús y tranvía. 100 mts. más allá de la parada de Manaret Hammamet aparcan los louages que en una hora te dejan en Kairouan. Los louages salen cuando se llenan, cosa que suele ocurrir casi siempre en menos de 10 minutos. En Hammamet, muy cerca de la medina, también hay otra parada de louages para Túnez. Esas esperas cultivando la conversación (sólo hace falta un poco de francés) con los otros ocupantes, enseñan más sobre el país que cualquiera de las explicaciones de las guías del viajero. Un tunecino de la órbita común siempre está dispuesto a contarte quién es, cómo vive y en qué cree. Como buen andalusi que es.

El propio Hammamet es un pueblo muy bonito, con una medina, completamente rodeada de murallas, muy pequeña pero deliciosa, a pesar de la sobresaturación de negocios de bagaletas para turistas que la invaden y la ocasional vehemencia de los vendedores. Las puertas de sus hammams son los más bonitos de Túnez y las vistas desde el castillo son probablemente las más repetidas por los folletos turísticos de todo el Maghreb.



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La terraza del Café Sidi Bou Hadid, al pie de la muralla y a 10 mts de la playa es un lugar magnífico para tomar un té, fumar una shisha y leer un libro o un periódico español comprado en el kiosko cercano.



CAFESIDIBOUHADID


El café Sidi Bou Hadid


Una mañana, mientras C. leía El País yo continué la lectura que me había llevado: La Vida del Capitán Alonso de Contreras, la terrible autobiografía de un corsario español del siglo XVII, un trepidante libro de aventuras que nos pone en contacto directo con la vida de los soldados del Imperio Español, sus hazañas y sus miserias, sin mediastintas y sin mediaciones literarias y del que tuve que hacer un trabajo, que recuerdo bastante aceptable, que me permitió aprobar la Historia Moderna de 3º de carrera. Desde entonces no lo había vuelto a abrir. Como no es muy largo pude terminarlo de nuevo enseguida y dedicarme a releer las partes correspondientes a algunos de los lugares de la costa tunecina que aparecen el libro. Concretamente Hammamet, que aparece con el nombre de La Maometa es un lugar clave, ganado y perdido en varias ocasiones por las fuerzas corsarias españolas o las turcas del bey de Túnez. Aunque, como siempre, los auténticos perdedores son siempre la población civil, lo que se pone de manifiesto claramente en el relato. La estructura de la medina y de la costa no ha cambiado nada desde entonces. Así pude imaginarme la siguiente escena:


Luego el mismo año, que fué 1601, fueron las mismas galeras á Berbería á hacer otra empresa. Embarqueme venturero como el viaje pasado, y fuimos y tomamos una ciudad llamada la Mahometa 47; fué de esta suerte: llegamos á vista de la tierra la noche antes de que hiciéramos esta empresa, y caminamos muy poco hasta la mañana que estuvimos muy cerca; mandó el General que todos nos pusiésemos turbantes en la cabeza y desarbolaron los trinquetes; de suerte que parecíamos galeotas de Morató raez, y ellos lo pensaron, enarboladas banderas y gallardetes turquescos y con unos tamborilillos y charamolas tocando á la turquesca; de esta manera llegamos á dar fondo muy cerca de tierra; la gente de la ciudad, que está en la misma lengua del agua, salió casi toda: niños y mujeres y hombres; estaban señalados 300 hombres para el efeto, que no fueron perezosos á hacerlo, y con presteza embistieron con la puerta y ganaron, con que quedó presa; yo fui uno de los 300; cogimos todas las mujeres y niños y algunos hombres, porque se huyeron muchos; entramos dentro y saqueamos, pero mala ropa, porque son pobres vagarinos. Embarcáronse 700 almas y la mala ropa; vino luego socorro de más de 3.000 moros á caballo y á pie; con que dimos fuego á la ciudad y nos embarcamos. Costonos tres caballeros y cinco soldados que se perdieron por cudiciosos; con que nos volvimos á Malta, contentos, y gasté lo poquillo que se había —166→ ganado, que las quiracas de aquella tierra son tan hermosas y taimadas, que son dueñas de cuanto tienen los caballeros y soldados.



Así mismo anduve leyendo bajo el tibio sol de diciembre el relato de la segunda toma de La Maometa (CAPÍTULO VIII) por parte de los españoles y las tropas de Malta que terminó en un gran desastre, fruto de una acción conjunta de varias fuerzas anudadas: la codicia de los soldados españoles, la estupidez de sus superiores, que olvidaron mandar quitar las escalas de las murallas una vez saqueada la plaza lo que permitió a los moros escondidos en las huertas retomarla en unos minutos y cañonearlos a placer desde las almenas, y la guinda de los elementos atmosféricos desatados en forma de una gran tormenta agosteña que casi hace zozobrar las naves. Contreras, tras salvarse de milagro nadando de la escabechina playera asistió desde una galera al ahogamiento del Adelantado de Castilla que no pudo alcanzar su faluca, probablemente porque no sabía nadar. Recuerdo haber imaginado mirando al mar entre sorbo de té y calada a la shisha toda la escena y al buen Adelantado vestido como un Felipe II convertido en un fardo empapado siendo izado con un bichero hasta la cubierta de una galera.

Como anochecía muy pronto, las horas pasadas en la habitación del hotel fueron muchas, así que tuve tiempo de volver a leer también otra novela que me fascina y no sólo porque su acción ocurra totalmente en Hammamet, sino porque la considero, en opinión que comparto con Graham Greene, una de los mejores de su autora, Patricia Highsmith: El temblor de la falsificación. La más perfecta de las perfectas trampas de la escritora tejana, donde Hammamet es el centro exacto de la nada. Pensaba hacer una pequeña recesión del libro estrujándome el cerebro un poco para tratar de transmitir el aire denso, viciado, que se respira en esa novela. He encontrado quien lo ha hecho mejor que yo y cuyas impresiones suscribo de la pe a la pa: Susana Guzner.

ÍNDICE DEL VIAJE
DOUGGA Y TESTOUR
DE ALMINARES ANDALUCES
KAIROUAN
LA MEDINA DE TÚNEZ