(del laberinto al treinta)


domingo, 7 de enero de 2007

Luis Recio Mateo y su grasia cortijera

Ya sé que no debería dedicarle ni un solo minuto de mi tiempo a un tipo como éste, pero hoy tengo un día tonto y nada mejor que hacer que tocarle un poco las gónadas aprovechando que de vez en cuando saca la cabeza cual galápago boqueador de ese particular lodazal de la ignorancia que no conoce su nombre en el que tan a gusto chapotea, y nos deleita con sus escagarruciadas opiniones. No me resisto, por otra parte a que en la red quede constancia y a que se entere de lo que alguien opina de él cuando, como seguro que hace el vanidosillo, se busque en San Google.

Se llama Luis Recio Mateo y fue (o es aún) presidente o algo parecido de la Asociación de Guías Turísticos de Córdoba. Católico furibundo (1) y guía oficial (no se sabe a cargo de quién) de la Mezquita, últimamente se ha autoarrogado el título de historiador. Pertenece por derecho propio al género universal de los eruditos locales, esos insufribles, pero en el fondo entrañables, ejemplares de subhistoriadores que se dedican a desmenuzar prolijamente los eventos consuetudinarios que acontecieron en las rúas de su ciudad en tiempos pasados. Y, lo que es peor, a abrumar sin piedad con su relato a todo el que se les pone a tiro. Algunos, increíblemente, viven de eso. Y Córdoba cuenta con un prodigioso pasado histórico que sirve de inmejorable humus para que tales ejemplares proliferen como hongos otoñales en el bosque de su cultura. La jurásica caterva se compone de cronistas oficiales, descatalogados académicos de la de Nobles Caspas y Bellas Tretas, arabistas a la violeta, turiferarios cajasureños, engominados cofradiólogos, charlistas picosdeoro y poetastros redondilleros que forman un elenco bizarro dominador de las teclas culturales cuya influencia ha impedido que a esta ciudad haya llegado ni siquiera el posmodernismo (2). A pesar de su tendencia a la plasticidad (de dar la plasta) suelen ser relativamente inofensivos. Pero el tipo que nos ocupa, Luis Recio Mateo, un redomado papagayista, sufre una irresistible (debería hacérsela mirar) tendencia al bocacerío, con resultado de frecuente infección del medio ambiente cordobés por causa de su mefítica mala baba.



Su última fazaña ha consistido en la redacción de una farragosa carta que le publicó ayer el diario CÓRDOBA a cuenta del ya pestilente tema de la oración de Mansur Escudero en la vía pública. Copio sólo un trozo. El resto es sólo un ejercicio de autobombo e impúdica publicidad egotista de sus peregrinas teorías.

...reflexionar en alta voz sobre una supuesta oración realizada por dos personas en el exterior de la Catedral... delante de la Puerta de San Sebastián.Previo a la supuesta oración, encontré a esas dos personas desayunando opíparamente, con sendos bocadillos de jamón y buenos vasos de vino, en un restaurante cercano a nuestra Catedral...He de recordar que, muchos días, el que redacta esta carta tiene el privilegio de asistir a la santa misa y, como es de rigor, en ayunas, ya que a continuación uno va a degustar el alimento divino.He de añadir que cuando vi a esas dos personas que desconocía pensé que serían dos actores de alguna película, prestos a actuar. Aunque, previamente, con buen apetito y ganas de comer, contagiándome.Mi sorpresa fue grande cuando al finalizar la ceremonia católica volví a desayunar al mismo restaurante y las personas citadas estaban de rodillas en el lugar ya citado. Fue entonces cuando ya me informé debidamente, y a partir de ese momento he seguido con toda atención, en prensa, radio y televisión todo el acontecimiento.Este era la oración de Mansur Escudero.................................


Luis Recio Mateo

Historiador


A ver, explícanos, amigo Luisito. Lo del vino y el jamón es una broma ¿no? Un chistecillo a cuenta de la prohibición musulmana de ambos alimentos ¿verdad? No los viste de verdad con el bocata y el tintorro ¿a que no? No tenías que estar en ese restaurante. Tenías que estar en ayunas, ¿recuerdas?. No entraste a tomar nada. ¿Entraste a mear? ¿A aliviar alguna otra necesidad mayor? Y lo del detalle de los actores es por el tocado que llevaba el señor Mansur ¿a que sí? Un ridículo gorrito que usan los moros para rezar. Que a tí te hace hace mucha gracia, ¿verdad?

Lo de tachar de supuesta a la oración del señor Mansur es también un jueguecillo ¿que no? Allí, en la calle, tirándose al suelo para arrastrarse ante un Dios que no existe ¿verdad? La que seguro que no es supuesta es la tuya, la que llevaste a cabo, después de manducarte, en rigurosas ayunas, claro, a Dios verdadero metido en un delgadísimo trozo de oblea que te preparó un gurú vestido con una capa de tela de traje de torero dentro del templo en el que satisfaces tus necesidades, para tí espirituales, para mí supersticiosas, envuelto en embriagador olor a cera e incienso. Esa sí que es oración verdadera y no la supuesta del cabezazo en el suelo y el culo en pompa del falso moro ¿verdad? Tu superstición es mucho más verdadera que la suya, dónde va a parar. Y tu gracia para contarlo, infinita. Eres muy gracioso ¿lo sabías? Tienes una gracia que te cagas, amigo Luisito. Y una ironía más fina que el pellejo de una mierda.

Siento comunicarte que no pienso leer ninguno de tus trabajos. No habría luego Fairy suficiente para lavarme las neuronas y arrancarme las toneladas de grasa que se impregnarían en ellas si cayera en la tentación.

Ah, y a ver si le dices al negro que te escriba también las cartas. Más que nada para que nos evite tus solecismos y tus anfibologías.

En cuanto a la performance del señor Escudero, no es difícil adivinar qué piensa un ateo empedernido como yo. Pero me alegro del desencadenamiento del estúpido conflicto de conciencia que ha causado a todos los supersticiosos de esta ciudad. Porque como dice Pinchito, mi estimado contertulio del Foro de la Calleja de las Flores: a río revuelto, ganancia de pecadores.



(1) Hace algún tiempo nuestro personaje afirmó en una entrevista al diario CÓRDOBA que la obligación de los guías de la Mezquita(-Catedral) era proyectar el espíritu cristiano sobre sus guiados, contaminarlos de espiritualidad religiosa mientras les enumeraban las minucias artísticas del monumento. Nunca me dio por comprobar si alguno de ellos cumplió las ordenanzas de nuestro pío personaje catequizando a los pobres turistas. Lo que sí hice fue contestarle con una carta al director del mismo diario. No me la publicaron, y eso que estaba redactada en unos correctísimos términos. Me limitaba a recordarle que existe una cosa que se llama libertad de conciencia y el derecho de cualquier persona a no ser adoctrinado contra la voluntad. Pero qué se puede esperar de un diario en el que el Jefe de Opinión ¡¡¡es un cura!!!

No hace mucho en el diario ABC, Juan Antonio Primo Jurado, ex-turiferario del Cura ex-Banquero y Presidente de Adoración Nocturna, terminó un espeso artículo sobre la Ruta de las Fernandinas, vertiendo sus peregrinas ideas sobre la tolerancia en el medievo, con lo siguiente:

Afirma María José Muñoz, directora del Museo Diocesano y redactora de los contenidos de la Ruta Fernandina, que uno de los objetivos es fomentar la cultura cristiana porque el turismo está marcado por la musulmana.

Comiendo de donde come mucho me temo que la idea fuera crear brigadillas de guías-catequistas que sometan a los turistas a un tercer grado de apostolado que los dejará listos para no volver nunca a esta ciudad de meapilas, de esquinas marcadas con orina de cura.

Si no no se explica la queja final del más perenne y meapilas columnista del monárquico diario matutino.

Se podría decir que la mejor manera de fomentar la cultura cristiana habría sido evitar la pérdida de vocaciones sacerdotales y de práctica religiosa y así las iglesias estarían abiertas sin necesidad de una ruta turística.

¡Cristo Bendito, qué hartura de católicos! (VOLVER)

(2) Menos mal que ayer mismo se inauguró la magna exposición sobre Pepe Espaliú en esta ciudad. Ello me contradice parcialmente, de lo que me alegro infinito (por la contradicción que no por la parcialidad). Los esfuerzos de un puñado de esforzados paladines por sacar a Córdoba del jurásico no siempre fructifica así. Enhorabuena a Angel Luis Pérez Villén y Juan Vicente Algaida, comisarios de la exposición.(VOLVER)