(del laberinto al treinta)


domingo, 2 de abril de 2006

Ladrones de memoria


Precisamente porque los improbables lectores de esta bitácora no suelen dejar demasiados comentarios en ella me siento especialmente feliz cuando me los hacen en el 3D, en la vida real, en la calle. Así, más de tres conocidos me han comentado favorablemente mi reciente anotación sobre los rótulos antiguos de las calles de Córdoba, agradeciéndome incluso el que les haya llevado a contemplarlos a partir de ahora con más cariño. Así, para premiar a mis, aunque algo ágrafos, cariñosos lectores, me decidí a tirar de archivo gráfico y a recolectar algunos más en la propia calle con el fin de hacer alguna cosilla con ellos aquí.

Casi siempre llevo mi pequeña cámara digital encima, así que no supuso ninguna carga extra, todo lo más dar algún pequeño rodeo para fotografiar alguno que no me pillara de paso.

Uno de los rótulos que más me gustaron siempre y que curiosamente había dejado de controlar desde hacía años es el de la actual calle de Valdés Leal, la estrechita peatonal que va de la Plaza de Emilio Luque al Gobierno Militar.


ABRAZAMOZAS

se llamaba antaño, curiosísimo nombre donde los haya, probablemente inducido por la estrechez de la calle que producía ese efecto cuando el salido de turno se cruzase con una moza (1).

Así que me fui a la citada calle a buscar el recordado rótulo para ofrecerlo aquí como primicia. Y me encontré con la sorpresa de que


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO ESTÁ!!!!!!!!!!!!!!!!!

Dí vueltas y más vueltas de un extremo a otro de la calleja sin encontrarlo. Desorientado, me introduje en un comercio y pregunté a la amable dependienta que afortunadamente llevaba allí los años suficientes como para confirmarme que no es que yo hubiera imaginado su existencia, sino que efectivamente YA NO ESTÁ. Que cuando construyeron la casa moderna que sustituyó a la antigua en cuyo muro lucía

NO SE RESTITUYÓ



Es decir que alguien, probablemente llevando hoy día una vida de probo ciudadano, decente y riguroso pagador de sus impuestos,

LO ROBÓ O DESTRUYÓ



Hay, pues, un ciudadano, un individuo, un tipo, que nos ha arrebatado a todos los demás una parte de nuestra memoria civil, de nuestro patrimonio urbano, de nuestro cariño por las cosas que nos legaron nuestros antepasados. Tal vez luzca en el porche de su chalet de la sierra o yazca polvoriento en el desván de un chamarilero. O desapareció desintegrado vilmente por un cincel asesino. Muchos pensaréis que exagero, que no es para tanto. Bueno, vosotros mismos. Para mí es uno de los crímenes más repugnantes que se pueden cometer contra una ciudad y sus habitantes. Así que a mí me gustaría verle la cara al tipo responsable de que yo no pueda sentirme más feliz viendo aún cuando pase por esa calle el precioso rótulo que estuvo ahí 5 veces más años que los que él se arrastró por esta vida. Sólo por comprobar si existe en ella algún atisbo de vergüenza.

Y por no haber restituido aunque fuera una copia el Ayuntamiento de esta ciudad, el de la boca llena con la matraca de la Capitalidad Cultural esa, también es responsable, aunque ahí hay muchas más caras que mirar y no sé si tengo ganas de volver a ver algunas.



    (1) Por su parte el ínclito Don Teodomiro en sus Paseos por Córdoba afirma: Abrazamozas debió ser el apodo de alguna persona dada a las aventuras amorosas, y así vemos hasta nuestros días designarlas por el enamorado, el amante u otra palabra adecuada; hay más: este título lo vemos reproducido en otras calles de Córdoba y esto nos afirma en la creencia de que era un mote bastante generalizado; mas como éste es un pueblo muy dado a las tradiciones, de todo se aprovechaba para inventar un cuento, y las palabras abrazamozas, se prestaban a ello; no dejaron, por lo tanto, de dar origen a la ridícula tradición que vamos a anotar en nuestros apuntes. Y seguidamente se explaya con una de esas truculentas leyendas que a nuestro enciclopédico erudo local ponían tan de los nervios... de puro placer vicioso, seguramente. (VOLVER)

Ritual