(del laberinto al treinta)


lunes, 12 de julio de 2010

Higienizando muros

Ya sé que con la que está cayendo y con las perspectivas de empeoramiento del mundo (vendrán tiempos más malos y nos volverán más ciegos...), cuyas patitas empiezan a asomar bajo las puertas de nuestra percepción, entretenerme en pequeñas reivindicaciones simbólicas estrictamente localistas es un ejercicio que roza el peripatetismo. Ahora que hemos descubierto, tras los efectos de esta estratégica crisis y los entusiasmos del pelotismo patriótico, que estamos perfectamente preparados para que nos gobierne a nosotros también cualquier Berlusconi mesetario o periférico. Que la izmierda reinante practica una extraña forma del bandolerismo legendario español robando a los pobres para dárselo a los ricos. Que ha dado la orden encubierta de privatizar las Cajas de Ahorros para que no puedan servir al ciudadano, sino a la Gran Banca. Y que mientras la derecha pata negra se nos vuelve antisitema y llama a la rebelión fiscal y legal. Que sospechamos sustentadamente que el Imperio se prepara para ofrecernos muy pronto un entretenido espectáculo de luz y sonido con los fuegos artificiales de mortíferos misiles que caerán pronto sobre Irán, inundando de nuevo sus cementerios de muertos de 20 años y a nosotros, los occidentales, de oprobio con cáscara. En fin, ahora que las peores distopías de la literatura y el cine del siglo pasado comienzan a prepararse para superara a la ficción.

Ya sé que... Pero esas reivindicaciones o molestias que absurdamente trato de inferir a la conciencia discreta y dormida de esta ciudad representan mi pequeño cóctel molotov rebelde o desesperado lanzado desde este minúsculo rinconcito perdido en el ciberespacio contra el podrido edificio de la normalidad ciudadana. Ya digo que absurda, peripatéticamente.

Así, que yo a lo mío, a tratar de molestar a los cabrones más cercanos. Aparecen casualmente juntas en El Día dos noticias que aparentemente no tienen nada que ver, pero que leídas con la perspectiva adecuada presentan una misma faceta de atrocidad, pero también de esperanza. Dicen ambas dos:


¿Cuál es la relación entre ambas más allá de la inversión de dinero público para mejorar bienes también públicos? Pues que hacen referencia a dos ámbitos, una calle y un colegio, que portan, contraviniendo todas las leyes y todas las sensibilidades de la Memoria Histórica y de la simple decencia política, nombres de personajes atroces que están ligados al golpe revolucionario fascista de 1936, al genocidio programado de demócratas posterior y al secuestro a punta de pistola de todo un país por una banda de forajidos durante 40 años. La calle principal de esta ciudad lleva aún el nombre de un destacado miembro de la principal familia caciquil cordobesa, falangista de primera hornada, conspicuo conspirador golpista, transmisor de las consignas de los militares felones para Córdoba y principal coordinador de las fuerzas civiles y militares en la ciudad, cuyo celo y empeño fueron probablemente claves en ella para el completo triunfo de la Revolución Fascista y la brutal represión posterior (10.000 asesinados), antes de que las fuerzas populares y legales republicanas pudieran defenderse.

Podría aducirse que los méritos de José Cruz Conde para seguir contando con su nombre en esa calle son anteriores a los que pudieran reconocérsele ligados a la Revolución Fascista, dado que durante una breve etapa como alcalde (1924 – 1926) fue el promotor del Ensanche cordobés con la remodelación de la zona centro y norte del casco histórico (Tendillas, calle Nueva y la propia calle que lleva su nombre), aunque a costa de la destrucción de una enorme porción del entramado urbano medieval. Cierto. Pero en Alemania a nadie se le ha ocurrido dedicar una calle a Hitler por su méritos de fino pintor de paisajes, anteriores a sus innombrables fechorías.

El caso es que ninguno de los cuatro alcaldes más o menos comunistas, uno facha y un súcubo de chaquetilla que hemos tenido desde las primeras elecciones han movido jamás en sus mandatos ni un solo dedo para remediar la ignominia de que el nombre de ese siniestro tipo siguiera mancillando el callejero cordobés. En el caso del facha es fácilmente comprensible, pero en los otros cinco ni siquiera el respeto debido a los asesinados en las cunetas y en las tapias de su partido los movió a la justicia.

El segundo caso es mucho más atroz porque el que fuera obispo fascista lo que nombra es un colegio. Para no repetir lo escrito en otros lugares permitidme que me autocite: Fray Albino fue uno de los más conspicuos incitadores del golpe de estado fracasado que degeneró en guerra civil. Ideólogo de la Cruzada, ensalzador hasta el ridículo del Caudillo a quien declaró enviado de Dios y apologista sin tapujos de los crímenes de guerra del bando fascista. Su obra cumbre, el CATECISMO PATRIÓTICO ESPAÑOL (Salamanca, 1939) (4), una especie de adaptación para niños del Mein Kampf de Hitler, fue de obligado aprendizaje en las escuelas durante la primera posguerra, siendo retirado de las mismas cuando muchas de sus enseñanzas chocaron con el nuevo giro que el Papa imprimió a la doctrina católica para adaptarla a la nueva situación mundial producto de la victoria de las democracias sobre los estados autoritarios a los que el Vaticano había apoyado sin tapujos.

COLEGIO FRAY ALBINO

Pero los méritos que se le suponen para mantener su nombre en un colegio público, en toda una barriada y en una avenida y sendas esculturas públicas son posteriores a sus méritos como incitador el crimen organizado y al genocidio. Siendo obispo de Córdoba (1951-58) y supuestamente conmovido por las condiciones infrahumanas en que vivían miles de familias cordobesas consiguió ayudas suficientes de diversas fuentes para construir tres barriadas de casas baratas donde acogerlos. Loable acción donde las haya, pero sus taimados hagiógrafos se olvidan del pequeño detalle de que de esas condiciones inhumanas en las que se cocía la miseria del pueblo cordobés, era también responsable nuestro buen obispo. Y de que el dinero recaudado no era sino una ínfima parte del botín de guerra que los vencedores habían obtenido a costa del dolor de todo ese pueblo vencido y humillado.

Otra atrocidad que se sumó a las anteriores, esta vez con repugnantes tintes de recochineo fue la ubicación de una parte del ruinoso colegio que lleva el nombre del obispo, en el Rey Heredia, que pasó así a llamarse también Fray Albino. El colegio público Rey Heredia fue diseñado y construido en 1918 por el arquitecto socialista Azorín Izquierdo y, siendo el primero en la ciudad mixto, responde a los criterios del racionalismo pedagógico, radicalmente alejado de la pedagogía basada en la inoculación doctrinal supersticiosa de la Iglesia Católica. Pero el agravio no queda ahí. Porque los planes conjuntos municipales y de la Junta preveen su demolición y la creación de una plaza que supuestamente realzaría la monumentalidad de la torre de la Calahorra. Para variar, nuestro sensible Ayuntamiento de izmierdas ha hecho oídos sordos a las voces que han solicitado su mantenimiento y su conversión en un Museo de la Escuela Racionalista y Republicana.

COLEGIO REY HEREDIA RENOMBRADO FRAY ALBINO

Se da la repugnante circunstancia de que el último acto de la ignominia del mantenimiento del nombre del obispo fascista en el callejero se debió a la actual Consejera de la Junta Rosa Aguilar, que en sus tiempos de alcaldesa de la ciudad por Izquierda Unida se plegó no sabemos si sumisa o entusiásticamente a las peticiones de un grupo de meapilas y consintió la atrocidad de que se le dedicara una avenida.

LA ESPERANZA de que hablaba al principio se basa en la de que en un milagroso rasgo de vergüenza, en quienes nunca la conocieron, se decidieran a aprovechar la remodelación del colegio y la calle para higienizar su nombre. Y sin gastar un euro. Bueno, sólo el de la nueva placa. Y para que no digan que sólo soy negativo, ahí va una propuesta perfectamente positiva. Y por si quieren seguir usando nombre de personas relevantes, en lugar de, como yo prefiero cosas o conceptos. A la calle podrían ponerle calle de Vicente Ferrer y al colegio el nombre del arquitecto racionalista antípoda moral del obispo naci(onalcatólico): Azorín Izquierdo. Vana esperanza por supuesto a la vista de lo visto y de que la izmierda cagona andaluza reinante no está dispuesta a sacar adelante el más mínimo proyecto que moleste al señoritismo fascista andaluz. Lo dice hoy mismo Isaac Rosa:

También está enterrando muchas iniciativas que ya estaban en marcha, con años de trabajo detrás, y que con el argumento de que estamos en crisis y que hay otras prioridades, son hoy desatendidas.

Es el caso, por ejemplo, del plan para convertir en ‘lugar de la memoria’ el campo de concentración de Los Merinales, en Dos Hermanas (Sevilla). Me cuenta Cecilio Gordillo, agitador incansable de todo lo que tenga que ver con la dignificación de las víctimas del franquismo, que la Junta de Andalucía se está desentendiendo por completo de sus compromisos, con la excusa de que no hay dinero. Y eso pese a que las actuaciones propuestas no implican gasto.

En ese campo de concentración miles de presos republicanos, en condiciones infrahumanas, construyeron el Canal de Bajo de Guía, que permitió convertir en regadío 80.000 hectáreas de marismas y pastos. De ellas se beneficia hoy colosalmente la Andalucía gobernada desde hace 25 años por los supuestos herederos de los ideales de aquellos con cuyo sudor y con cuyas manos se construyeron. Sin el más mínimo reconocimiento por su parte. Claro que teniendo en cuenta que han fichado como consejera de Obras Públicas a una individua que perteneciendo aún al Partido Comunista, y antes de que la echaran por morosa, fue denunciada en los tribunales por los familiares de los asesinados en Córdoba durante el genocidio franquista por negarse a cumplir la ley que la obligaba como alcaldesa a abrir las fosas donde están aún enterrados, podemos hacernos una idea de cuál es el criterio de selección de gobernantes que prima en la Junta de Andalucía. Y cuáles sus fines.

3 comentarios:

Miroslav Panciutti dijo...

Pues aunque me odies ad aeternum te diré que no dejo de verle algunas ventajas a que pervivan en la memoria, aunque sea bajo rótulos callejeros o toponimias escolares, los nombres propios de la historia de la infamia. De momento, vale para que tú escribas lo que escribes y tan señeras figuras nos sirvan de contraejemplo ejemplar. Fray Albino, por cierto, a quien conocí gracias a ti, me parece un personaje digno de estudio.

harazem dijo...

Infinitamente más mal tendrías que portarte, querido Miroslav, que concitarme tan extremo odio.

Pero me gustaría que me explicaras eso mejor. Tal vez podrías dedicarle uno de tus apasionantes posts.

Yo ni desde luego colocando el mérito exacto del cabrón. Genocida Francisco Franco, Corruptor de menores Fray Albino. Si fuera bueno los alemanes lo habrían hecho y tendrían sus calles llenas de nazis.

En cuanto a Fray Albino, está estudiado. Un profesor tinerfeño Ricardo A. Guerra Palmero tiene un magnífico trabajo sobre él. Ideología y beligerancia: la cruzada de Fray Albino.

Me alegro de verte tras mi voluntaria desaparición.

Lansky dijo...

Una cosa no quita la otra: las pequeñas cosas (o no tan pequeñas) y los grandes temas, porque como decía el ingenuo ecologismo holandes de hace décadas, hay que limpiar la puerta de casa sin olvidarse del conjunto del planeta.

Dicho esto, estoy -con matices- con Miroslav, aunque yo sería partidario de añadir placas complementarias debajo de las originales que informen de lo cabrones que fueron estos señores. Ejemplo, en Madrid hay todo un barrio que está rotulado en sus calles con los infames nombres de los verdugos y sitiadores de Madrid: Comandante Zorita, General Yagüe, Capitán Haya...el que no bombardeaba con saña, fusilaba en la posguerra que no veas. Yo no creo que haya que sustituirlos por..., pongamos por caso, poetas del 27, pero si poner debajo, este señor en el 36 se cargó...etc.